domingo, 7 de agosto de 2011

El noreste de Islandia (pendiente de fotos)

Hoy salimos de Eglisstaðir un poco más tarde de lo habitual, ya que ayer al final nos acostamos bastante tarde. Como anécdota comentar que ducharse con agua sulfurada es un poquito raro, no solo por el olor, también la sensación al tacto es extraña, como si el agua tuviera algo que resbalase, en fin, es difícil de explicar, jeje. Pero bueno, salir sales igual de limpita que en una ducha normal.

Nuestra primera parada del día era la cascada Dettifoss, de 44 metros, pero de un caudal enorme. De hecho, es la cascada con mayor volumen de Europa. El camino hasta allí ha sido también espectacular, con muchos campos de lava, y en general todo muy árido, casi sin zonas verdes. Así apenas hemos visto ninguna oveja!!! Eso sí, nos ha hecho un día bastante bueno, con bastante frío (unos 5 grados), pero por fin sin apenas lluvia.

La cascada nos ha encantado. El pequeño paseo que hay hasta llegar a ella permite acercarte hasta casi tocar el agua, aunque da mucho respeto y no nos hemos atrevido, pero sí que nos hemos acercado bastante. Impresionante, la verdad.

Volvimos por el mismo camino y nos dirigimos a Krafla, una región volcánica aún activa. En la guía Lonely Planet que llevamos, pone que visitar esta zona implica cierto riesgo por considerarse aún activa. Por eso, en todos los carteles de la zona te hacen mucho hincapié en que no salgas de los caminos, por lo que pueda pasar, ya que hay muchos "puntos calientes" que pueden llegar a los 100 grados.

El camino desde la carretera 1 (la principal) hasta Krafla estaba lleno de baches, aunque "accesible" a todos los coches. Lo cierto es que no hemos podido alegrarnos más de haber cogido un jeep 4x4, ya que gracias a eso hemos visto cuanto hemos querido y hemos podido meternos por todas las carreteras que nos ha apetecido con total tranquilidad (o casi total, jeje, que los ríos y las cuestas embarradas o llenas de piedruscos siempre dan cierto respeto...). Vamos, que se lo aconsejo a todo el que quiera visitar Islandia de esta manera.

En Krafla al llegar lo primero que ves es la planta de energía geotérmica de Kröflustöð. Nosotroa seguimos hasta el final del camino para ver el cráter de Stóra-Víti, que alberga un lago en su interior. Caminamos un poco alrededor del cráter, nos hicimos unas fotos y volvimos al coche para ir a la que se considera la mayor atracción, y potencialmente más peligrosa, de Krafla, el cráter Leirhnjúkur y sus solfataras. Son pozos de lodos y agua hirviendo y echando humo, lo cual no deja indiferente a nadie (al igual que su olor, claro). Después de ver los pozos fuimos por el sendero hasta el inmenso campo de lava, por el que estuvimos caminando un buen rato antes de volver de nuevo al coche. De nuevo en esta zona se recomienda no salir de los caminos marcados para (y cito textualmente) estar a salvo de la actividad volcánica, las altas temperaturas, las burbujeantes charcas de lodo y los humeantes respiraderos. Ahí queda eso.

Tal y como salimos de Krafla nos acercamos a Hverir, otra zona volcánica con lodos humeantes y un paisaje que casi parece de otro planeta. Y ya de allí nos fuimos hacia el lago Mývatn, una zona preciosa y con un paisaje muy curioso, con seudocráteres y formaciones geológicas increibles. Dimos una vuelta al lago y ya nos fuimos para los baños naturales, que era nuestro plato fuerte del día. Bañarse en las aguas geotermales es toda una experiencia: 5 grados fuera, 35 dentro (o incluso más en algunas zonas). Fue una pasada. Nos tiramos hora y media allí metidos, calentitos y la mar de a gustito, jeje.

Cuando salimos de allí nos tocaban 100 km hasta Akureyri, ya que no habíamos conseguido alojamiento más cerca. Akureyri es la segunda ciudad de Islandia, pero apenas tiene unos 20.000 habitantes. De camino hacia allí paramos para ver la cascada Goðafoss, preciosa. También la llegada a Akureyri nos encantó, ya que está metida en una lengua de agua del océano y es bastante curioso.

En Akureyri nos alojamos en el hotel Edda, y para nuestra suerte nos ha tocado en la parte nueva, por lo que estamos bastante a gusto, aunque el agua aquí también lleva azufre. Hemos cenado en un Coffee House, unos panini riquísimos y ahora toca descansar, que mañana tenemos un día duro de coche, con la visita a Husávik y el camino hasta Bogarnes.

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