lunes, 13 de abril de 2009

Después de Berlín

Pues el turismo en Berlín nos fundió tanto que ni el viernes, ni el sábado, ni anoche mismo fuimos capaces ninguno de los dos de escribir nada. El viaje ha sido estupendo, hemos disfrutado muchísimo y Berlín nos ha encantado. Una ciudad para visitarla, para vivirla, para disfrutarla.

El viernes por la mañana fuimos a Charlottenburg, vimos el palacio por fuera y paseamos un rato por los jardines. Muy bonitos, aunque no los vimos enteros porque son enormes. Luego cogimos de nuevo el autobús y nos fuimos a la zona de la puerta de Brandenburgo, para ver el monumento a los judios europeos asesinados, un conjunto de casi 3000 estelas de hormigón de diferentes tamaños en un terreno con diferentes alturas, que lo hace impresionante. Para comer, nos animamos a un rato "campero" en el Tiergarten, con unos bocadillitos cortesía del Berlin, Berlin (nuestro hotel) y unas buenas cervezas, por supuesto.




Después de una mini siesta al solecito, nos dirigimos a la Filarmónica de Berlín, para ver un concierto con piezas de Bach y Mendelssohn. El edificio es una maravilla, la acústica una pasada y el concierto estuvo genial, lo disfrutamos mucho, la verdad, y mereció la pena, a pesar de la hora (¡las 4 de la tarde!). Tras el concierto, y gracias a la insistencia de mi hermana Bea, que conocía ya Berlín de una visita anterior, nos fuimos al East Side Gallery, una sección del caído muro de Berlín, de algo más de un kilómetro de largo, que fue declarada monumento nacional unos años después de la caída del muro en 1989. Una pasada.






Después de esto, la visita al típico Checkpoint Charlie quedó un poco desmejorada, aunque también nos gustó ver el famoso paso fronterizo del Muro de Berlín. Aprovechamos que ya era hora de cenar y nos metimos en un italiano allí mismo, en el que comimos estupendamente, y como siempre en este viaje, bastante bien de precio.

Después de esto, de vuelta al hotel, bastante agotados. Como anécdota, cogimos un metro que tenía reducido su trayecto por obras, y aunque estaba indicado en carteles y lo avisaron por la megafonía, os podéis imaginar lo que pudimos entender... Resultado: nos encontramos de repente volviendo casi a la misma parada de la que salimos. Pero bueno, con un poco de imaginación y la super guía de mi hermano Nano (la cual se perdió en el viaje) llegamos sanos y salvos al hotel. Eso sí, un poco más tarde de lo esperado.

El sábado nos levantamos un poco más temprano para aprovechar el día, ya que queríamos alargar la noche por lo que pasaríamos por el hotel a dormir un rato por la tarde. Después del genial desayuno del hotel, nos fuimos a la zona de Alexanderplatz , para subir a la torre de televisión (el Fernsehturm). Cuando llegamos había una buena cola, cogimos los tickets, y como va por número, pues teníamos que esperar aproximadamente una hora, así que nos fuimos a pasear por la zona. Después, subimos a la torre, a unos 207 metros de altura, unas vistas muy chulas de todo Berlín que la verdad es que hicieron que mereciera la pena la espera.




Después nos acercamos al mercadillo de la Alexanderplatz para dar cuenta de unas buenas salchichas alemanas con unas jarras de cerveza, faltaría más. Y luego, de postre, nada mejor que unos crêpes de Nutella... Dimos un paseito por el mercadillo, me compré unos pendientes, no podía ser menos, y estuvimos tiradillos al sol un rato. Luego ya nos volvimos al hotel para descansar un par de horitas.

Para nuestro último ratito en Berlín habíamos reservado la visita a la zona judía, la Oranienburger Strasse. Vimos la Sinagoga (por fuera, ya que no te dejan entrar, y dos policías en la puerta se encargan de recordártelo). Nos metimos por un patio judío, precioso, y seguimos recorriendo la zona. De nuevo había policías a la puerta de un café judío. Pasamos por delante del bar Zapata y entramos un poco a curiosear, pero decidimos ir primero a cenar, a un restaurante que habíamos visto en el patio judío y que tenía muy buena pinta. Por supuesto cenamos estupendamente, una vez más nos atendieron de maravilla y de nuevo acabamos contentísimos con la elección. En este caso el restaurante se llamaba Neu pero fue re-bautizado como "el de los culitos"... La culpa, de Patri, jeje.

Después de la estupenda cena, nos fuimos de nuevo al bar Zapata, y mientras la familia se pedía algo, Bea y yo subimos a la casa okupa: Kunsthaus Tacheles. El centro cultural Tacheles está ubicado en un edificio semi en ruinas, uno de tantos que quedaron dañados por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Desde la caída del muro, fue ocupado por numerosos artistas y en sus cinco plantas se puede encontrar de todo, exposiciones, bares, y hasta un cine. Todo decorado con grafitis y "obras de arte" de todo tipo. Realmente impresionante, a mí me encantó, la verdad, es toda una experiencia entrar allí y ver ese ambiente, no se puede ir a Berlín y no pasar por este edificio. Por supuesto, tanto mi hermana como yo firmamos en la petición que tienen allí para que no derriben el edificio. Y además, yo me compré unos pendientes geniales. Si queréis algo más de información sobre el tema, pinchad aquí.

Al final entramos en otro bar de la misma calle, ya que en el Zapata estaban cobrando entrada porque había música en directo y la verdad es que preferíamos algo más tranquilo. Estuvimos tomándonos unas copitas y disfrutamos mucho del ambiente, de la calle y de los momentos finales del viaje.





Cansados ya, decidimos volver al hotel, y estuvimos caminando hasta llegar a "nuestra famosa avenida": Unter den linden (linden, linden, unter den linden, sígueme), que ha sido la "canción" reina del viaje por diversas circunstancias que sólo Patri conoce jeje. Al llegar a la parada del autobús teníamos que esperar mucho rato y, como esperándonos a nosotros, había un taxi de 9 plazas enfrente... Así que nada, allá que nos fuimos, invitación de Bea, en taxi al hotel, jeje.

El domingo desayunamos prontito, terminamos las maletas y a las 10 estábamos ya en el aeropuerto. Todos menos Jose y yo viajaban vía Madrid a Jerez. Nosotros vía Colonia-Bonn a Las Palmas. En el aeropuerto de Tegel nos despedimos. Y una curiosidad. En este aeropuerto cada puerta de embarque tiene su propio acceso, es decir, no hay un control policial común para todo el mundo, sino que hay uno en cada entrada a la sala de embarque, y luego en cada sala, una cafetería y una tienda. Estos alemanes sí que saben, jeje.

Y así terminó el viaje. Llegamos anoche a Las Palmas muy cansados, pero muy contentos. Hoy vuelta a la normalidad. Empezamos una semana dura, de retorno al curro, pero con muchos planes, como siempre.

Finalmente no me puedo despedir sin publicar el nuevo trailer forero. El de la despedida: Tamara fue la última forera en casarse. Y el suyo es el último trailer de las bodas foreras. Se cierra un ciclo, y se cierra a lo grande, con un Teaser+Trailer, que espero que os guste tantísimo como a nosotros...


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