jueves, 28 de octubre de 2010

Península Valdés

El día de hoy lo hemos dedicado a ver Península Valdés. Hemos salido temprano de Trelew, después de pasar la noche en un hotel bastante cutre (sobre todo teniendo en cuenta que en teoría era de 4 estrellas). Hemos pasado por Puerto Madryn y nos hemos desviado por El Doradillo, donde hemos ido parando en varias playas, para ver ballenas. En Punta Flecha fue alucinante, estaban pegadas a la orilla, las pudimos ver tan cerca que nos impactó. Estuvimos allí un rato pero no podíamos entretenernos mucho porque nos esperaba un día largo.


Entramos en la península, previo pago de las tasas, a eso de las 12 de la mañana y después de pedir información en el Centro de Visitantes, hicimos una ruta de más de 70 km por carretera de ripio, para ver pingüinos y elefantes marinos.


Después fuimos para el hotel, frente a la playa de Puerto Pirámides, y nos pasamos por la empresa en la que habíamos reservado el avistaje de Sunset, Botazzi, para cerrar el pago. Tras un breve descansito en el hotel, a las 18h estábamos ya listos para el avistaje. Fue impresionante, mejor imposible. En el barquito íbamos nosotros 4, con una pareja de ingleses, la guía Romina y el capitán, el Nene. Comparado con las excursiones ordinarias que se hacen durante el día, con 70 personas o más, pues la verdad es que fue un lujo. Romina dice que vimos cerca de 30 ó 40 ballenas. Yo lo veo un poco exajerado, pero por lo menos 20 sí que vimos, casi todas ballenas hembra con sus ballenatos al lado. Una pasada, nos encantó y se nos hizo cortísimo, a pesar de estar casi 2 horas navegando. Las ballenas pasaban al lado del barco tan tranquilas, algunas sólo nadaban, otras se sumergían y sacaban la cola, también vimos un ballenato jugando con un lobo marino, y vimos varios lobos marinos en Punta Pirámides. En fin, una experiencia inolvidable.





Cuando terminamos el avistaje, nos invitaron a una copa de vino y unos aperitivos de queso y embutidos en el Hotel La Restinga, en la misma playa de Puerto Pirámides. Estuvimos un rato charlando con Romina y el Nene, muy agradables, y al final terminamos cenando allí mismo, ya que nos hacían un descuento y encima el vino estaba riquísimo. Después de una cena estupenda, nos fuimos a la camita, que mañana toca madrugar para ir a Punta Tombo.


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